Condenan a 39 años de cárcel al dueño de un gimnasio por abusos y corrupción de menores

Murcia, 1 oct (EFE).- La Audiencia Provincial de Murcia, en una sentencia a la que ha tenido acceso Efe, ha condenado a penas que suman 39 años y cuatro meses de prisión al dueño de un gimnasio ubicado en Águilas (Murcia) por abusar a lo largo de cuatro meses de cinco menores de edades comprendidos entre los siete y los once años.

La sala condena a Miguel E.J., de 66 años de edad, por cuatro delitos continuados de abusos sexuales con la agravante de acceso carnal por vía anal y bucal y de superioridad, y por cinco delitos de corrupción de menores.

El tribunal, del que ha sido ponente la magistrada María Jover, su presidenta, condena también al acusado a indemnizar a los niños con cantidades que suman setenta mil euros y al pago de las costas del proceso, incluidas las de la acusación particular.

Además, señala que el Miguel E.J., que se encuentra en prisión desde junio de 2007, no podrá acercarse a menos de trescientos metros de los menores ni comunicarse con ellos por cualquier medio durante más de cinco años, "que deberán empezar a computarse desde que goce de libertad por cualquier causa".

El tribunal considera que aunque las víctimas sean menores de edad su testimonio resulta creíble y añade que estos hechos han afectado "de modo grave y negativo al desarrollo psicosexual y de la personalidad de los cinco".

Afirma la sentencia que los delitos se produjeron entre febrero y junio de 2007 y que se iniciaron cuando el acusado procedió a seleccionar a los cinco niños más pequeños de los que acudían a su gimnasio para recibir clases de lucha y defensa personal.

Antes de las clases, el acusado procedía a llevarlos a playas de Águilas "en las que no había edificaciones, ni mucha gente, a pesar de que la carretera estuviera próxima, y al llegar al lugar les indicaba que se quitaran los bañadores, y se bañaran desnudos, lo que hicieron en diversas ocasiones".

Tras el baño, y una vez vestidos, los trasladaba en su furgoneta a una casa de campo propiedad de su familia, donde, añade la sala, se realizaban las prácticas sexuales con los pequeños, "no sólo de iniciación en la masturbación, sino que también procedió a introducir un dedo de su mano, previamente embadurnado de crema, en el ano de cuatro de ellos".

"Esta operación se repitió en varias ocasiones -añade el tribunal-, a pesar de decirle dos de ellos que les hacía daño".

Indica igualmente la sentencia que algunas veces procedía a realizar "el juego del coche de carreras, consistente en colocar crema en los genitales de los menores, comenzar a masturbarse y ganaba el primero que lograra enderezar su pene, y Miguel le entregaba un premio, consistente en pequeñas cantidades de dinero". EFE

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